Desde que fue lanzado Gran Turismo en 1997, su director, Kazunori Yamauchi, dejó muy en claro que no se trataba de un un videojuego de carreras, sino de un simulador, y para demostrarlo en 2008 Nissan, PlayStation y Polyphony Digital crean la NISMO PlayStation GT Academy para permitirles a los mejores jugadores de Gran Turismo competir por la oportunidad de convertirse en pilotos profesionales reales.
En 2011, Jann Mardenborough, un estudiante británico que estaba en medio de un año sabático escucha de la GT Academy, y sabiendo que era bastante bueno jugando Gran Turismo en su PS3 decide participar. En la clasificación online consigue entrar entre los 20 primeros, lo que le dio derecho de ingresar a las siguientes etapas con automóviles reales, las cuales culminaron en una carrera corta utilizando modelos Nissan 370Z en el circuito de Silverstone. Jann consiguió el triunfo con una ventaja de 8 segundos, convirtiéndose así en el tercer videojugador en ganar el torneo. A partir de ahí la GT Academy empezó a cobrar relevancia porque Jann resultó ser notablemente bueno en las autopistas reales, cuyo mayor triunfo fue un tercer lugar en su clase (noveno general) en las 24 horas de Le Mans en 2013, haciendo equipo con Lucas Ordóñez (ganador de la primera GT Academy) y Michael Krumm, un piloto profesional ajeno a la GT Academy.
Y esta historia es la que sirve de base para el guion de la película Gran Turismo, dirigida por Neil Blomkamp (Chappie, Sector 9, Elysium) y actuada por David Harbour (Noche sin Paz, Hellboy), Orlando Bloom (Piratas del Caribe, Carnival Row), y Archie Madekwe (See, Instintos Ocultos) como Jann Mardenborough.
Como es de esperarse, la historia real ha sido modificada con fines dramáticos, para que en poco más de dos horas ocurra la transformación de un Jann, que al parecer solo es bueno para jugar Gran Turismo, a un Jann piloto que aprende de sus errores y consigue ganarse el respeto de su equipo, sus padres e incluso de sus rivales en la pista.
Y también, como es de esperarse, al ser una película de PlayStation Productions hay una muy delgada linea (que se traspasa muchas veces) entre la narrativa puramente dramática, a una con funciones de marketing que te dice “Juega Gran Turismo y conviértete en un piloto profesional”. De hecho, la fotografía de Jacques Jouffret (The Purge, Mile 22, Bloodshot) no busca el realismo en las carreras tal cual, sino el “realismo” del videojuego. Cualquiera que haya jugado Gran Turismo identificara de inmediato los distintos tipos de cámara, las presentaciones de los circuitos, las tomas de seguimiento en las repeticiones, los tableros en carrera, e incluso aparecen los indicadores de posición sobre los autos y las líneas guía en el trazado. En efecto, la intención es demostrar que la distancia entre la realidad y el videojuego ha desaparecido.
Sin duda, cuando la película apaga su modo “Compra Gran Turismo” y se conduce en dirección a contarte una historia, es cuando consigue sus mejores momentos.
Y si bien, para un fanático de PlayStation esto puede parecerle fantástico, para alguien que va buscando una película de carreras puede ser un tanto extraño, y menos emocionante de lo que ha visto en otras cintas del género.
En otras palabras, Gran Turismo logra contarte una historia “real” que se ve opacada por su insistencia en venderte el videojuego (y algún otro producto de Sony), pero gracias a la habilidad de Neil Blomkamp, que supo aprovechar cada dólar del limitado presupuesto de alrededor de 60 millones, y de un rodaje hecho principalmente en Hungría con carreras en el Hungaroring, y tan solo unos cuantos meses de postproducción (la filmación terminó en diciembre del año pasado), hacen que Gran Turismo quede lejos de ser la peor película de videojuegos, y logra, por momentos, conectar con algo del autentico dramatismo en el automovilismo deportivo, pero siempre a una distancia segura para que aun lo feo se vea bonito como cuando juegas Gran Turismo.